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Ziburu

Enclavado al fondo de la bahía, en la ribera izquierda de la Nivelle, esta localidad ligada al mar mira de frente a San Juan de Luz, su vecina. Y es que solo les separa un puente. De hecho, en este puente se encuentra el origen etimológico de Ziburu (“final del puente” en vasco), un municipio que ha sabido preservar su identidad y su conexión con el medio marino.

Descubrir Ziburu es sumergirse en su pasado mientras se deambula por las callejuelas del casco antiguo y se comprende mejor el vínculo que une a sus gentes con el océano y sus tradiciones.

Los imprescindibles de Ziburu

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Animazioak

El océano

Itsas

A lo largo de los siglos, la historia de Ziburu ha estado intrínsecamente ligada al mar. Los edificios de estilo neo-vasco del muelle Ravel son testigo directo del desarrollo y pujanza que tuvo el sector pesquero local. A pesar de que en la actualidad la pesca no sea su principal actividad económica, el puerto continúa activo gracias a una flota de unas cuarenta embarcaciones. Una actividad marítima que se completa con el puerto deportivo Larraldenia, construido en los años 70.                                                                                                                                              

El puerto pesquero

Entre el siglo XV y principios del XVIII, la caza de la ballena y la pesca del bacalao en Terranova fueron el motor económico del puerto, generando un importante flujo de población que buscaba trabajo en la bahía. Tras varias décadas de declive, hubo que esperar hasta bien entrado el siglo XX para presenciar el “resurgir” de este enclave pesquero, que entre 1947 y 1966 fue el principal puerto sardinero de toda Francia. Por si eso fuera poco, gracias a la aparición de nuevas técnicas de pesca, en 1951 Ziburu se convirtió, a su vez, en el primer puerto atunero del hexágono, lo cual propicio el desarrolló de una pujante industria conservera. La primera campaña atunera en Senegal data de 1956 y aún hoy en día un puñado de pescadores de Donibane Lohitzune – Ziburu continua pescando en esas aguas.

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De 1930 a 1945, el puerto experimentó un desarrollo constante y regular. Las primeras fábricas de conservas de pescado de Donibane Lohitzune -Ziburu abrieron sus puertas en 1914 y cuarenta años más tarde, en 1954, había nada menos que 19 en plena actividad. 

Así, durante los años 50 se tuvo que recurrir a mano de obra experimentada para la elaboración de conservas propiciando la llegada masiva de bretones a esta localidad labortana. En su gran mayoría, establecieron relación con las gentes del lugar y terminaron por quedarse en el País Vasco. 

La última fábrica conservera de Ziburu cerró sus puertas en 1992. 

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En la actualidad el puerto pesquero cuenta con unas cuarenta embarcaciones de muy diversas especialidades, entre las que destacan la pesca con redes de cerco, el palangre o la pesca del atún con cebo vivo, cuyo mayor exponente es el barco Airosa. Esta embarcación, construida en 1953 y clasificada como monumento histórico por su valor patrimonial, sigue todavía en activo. Si lo desea, también puede ir de acompañante a bordo del Ordagna, un barco con certificado para el turismo pesquero.                                                                                               

La lonja de pescado está ubicada en Ziburu desde 1997 y los barcos pueden descargar el pescado de lunes a domingo durante las 24 horas del día. La subasta se celebra todos los días a las seis de la mañana en la propia lonja y está reservada a los profesionales. Dicho esto, el ciudadano de a pie también puede comprar pescado fresco directamente al pescador en el puesto de venta directa que está justo detrás de la lonja. 

Estos últimos años se ha desarrollado una nueva actividad: terminada la costera de verano, una veintena de barcos salen a recoger con sus redes el alga roja gelidium, que se usa como espesante vegetal, entre otras.

En la actualidad, la industria pesquera genera más de 600 puestos de trabajo.

Las playas de Ziburu

Las regatas y el trofeo TEINK de battelekus

En pleno siglo XXI, las prácticas pesqueras del pasado toman cuerpo a través de embarcaciones tradicionales puestas al día, como en el caso de las Estropadak, competición de traineras, o en el trofeo Teink de battelekus. 

Básicamente, la trainera es un antiguo barco pesquero reconvertido en embarcación deportiva, que se compone de 13 remeros y un patrón, el auténtico jefe de orquesta encargado de que todos los remos vayan al unísono. Las estropadak en cambio, son regatas de traineras que se celebran en Hegoalde (País Vasco sur). Suelen atraer a miles de espectadores, aunque la más multitudinaria es, sin duda, la que se disputa en la Bahía de la Concha de Donostia. Desde hace no mucho Lapurdi cuenta también con un equipo de remeros al más alto nivel. 

El batteleku es una embarcación de 5 a 6 metros dirigida por tres remeros. Pequeña embarcación de pesca, resurgió en 1992 a iniciativa de 4 amigos que decidieron recorrer la costa vasca remando a bordo de un batteleku bautizado Teink. Desde 1993 la asociación Ur Ikara organiza el Trofeo Teink, una regata que conecta a remo las localidades de Castro-Urdiales (cerca de Bilbao) y San Juan de Luz.

Paseo a orillas del mar

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Ziburu comparte la bahía con San Juan de Luz, un enclave natural que se puede recorrer caminando por el paseo marítimo que une el puerto deportivo de Larraldenia con el barrio de Zokoa. A pie o en bicicleta, existe un carril-bici (la vélodyssée) que conecta toda la bahía y que permite disfrutar del paisaje, así como de las preciosas casas de estilo neo-vasco que jalonan el muelle Ravel. A la altura de la virgen de Muskoa, patrona de los marineros, existe un bonito mirador desde el que disfrutar de la bahía y de sus rompeolas. 

Una vez en la playa de Zokoa, tiene dos opciones; por un lado, puede cruzar el río Untxin y continuar su paseo en dirección al fuerte, o proseguir por la rivera izquierda del río y descubrir el barrio de Untxin. 

Un pueblo costero típicamente vasco

El casco antiguo y sus callejuelas

Ziburu es conocido por su puerto pesquero y por las casas de estilo neo-vasco que le rodean, aunque sus tesoros mejor guardados los encontrará callejeando por las rúas del casco antiguo.

Medio oculta en un rincón de una estrecha calle repleta de coloridas casas tradicionales con entramado de madera, existe una fuente en forma de obelisco que merece la pena ser visitada. No es difícil imaginarse a los Kaskarot, pueblo de origen gitano asentado históricamente en la costa labortana, llenando sus jarras de agua mientras intercambiaban todo tipo de secretos. La curiosidad le llevará por una callejuela empedrada en la que descubrirá una esplendida casa labortana, que de abril a junio se viste con sus mejores galas... ¡una hermosa glicina en flor! 

Si continúa callejeando por el casco antiguo, llegará irremediablemente a la iglesia de Saint Vincent, con su particular campanario. Justo enfrente se encuentra la casa “Ravel”, que destaca sobre el resto. De inspiración holandesa, el edificio fue construido a iniciativa de un armador local en el siglo XVII y durante la boda de Luis XIV y María Teresa de Austria, acogió al cardenal Mazarino. 200 años más tarde vio nacer al célebre compositor Maurice Ravel.

El frontón

Hay en el País Vasco un trío inseparable compuesto por la iglesia, el ayuntamiento y el frontón. Habitualmente no muy alejados entre sí, el frontón suele ser el lugar elegido para hacer deporte y socializarse. 

Ziburu tiene un vínculo muy estrecho con el mar y eso también se aprecia en su frontón, coronado por el escudo de la localidad con su roble, su caballo y sus carabelas. Esta plaza abierta a todo el mundo y llena de tradición suele ser testigo de partidos de pelota, epicentro de las fiestas patronales, o simplemente, lugar de juego habitual para los más pequeños. 

Como en el resto del País Vasco, los partidos de pelota, tanto a pala como a mano, son los protagonistas indiscutibles de este frontón que acoge anualmente (el 15 de agosto) la final de Laxoa, una de las especialidades más antiguas de pelota vasca. Pero también suele ser el lugar elegido para celebrar algunas de las tradiciones más ancestrales del pueblo, entre las que destacan la Sorgin Gaua y el desfile de carnaval con sus gigantes, ambas a finales de invierno. 

Por supuesto, tampoco faltan la buena gastronomía y el buen ambiente. El mercado dominical suele ocupar por completo la calle que va al frontón y en ocasiones especiales, también se celebra un mercado de productores locales y gastronomía, todo un deleite para los cinco sentidos. Mención aparte merece la cita semanal por antonomasia de los ziburutarras: el pintxo pote.

El barrio de Zokoa

Zokoaren auzogunea

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